Picasso, Braque
Picasso y Braque cubistas
Ediciones de La Central

Páginas: 30
Formato: 15x11x1
Peso: 0.1 kgs.
ISBN: 9788493679347

La historiografía recoge muy diversas paternidades de la palabra cubismo, usada para referirse a la pintura que Picasso y Braque hacían en 1908: una pintura de cubos de fuerte raigambre cézanniana. La intención de sus artífices fue volver a una pintura de valores constructivos a través de la descomposición y el agotamiento analítico de los objetos en sus cuadros. Pretendían superar el lado anecdótico de temas y técnica y el puramente sensorial de la pintura de manchas que dominaba el panorama francés desde el impresionismo. El cubismo fue una manifestación artística con gran carga científica, cuyos autores, valiéndose de la pintura y de ingredientes metapictóricos, pretendían representar la realidad en toda su integridad, física, material y táctil. Además del apoyo de D. H. Kahnweiler, marchante y hagiógrafo del cubismo, éste se consolidó gracias a las aportaciones de la crítica, tanto de la más afín como de la más reticente, que ya por entonces realizó las primeras tentativas de clasificación para entenderlo como una corriente histórica. De distinta naturaleza -y no desinteresada- es la cuestión sobre el fin del cubismo, que situamos en 1914. A partir de ese momento nació un nuevo cubismo que llegó a convertirse en verdadera escuela francesa.

Picasso y Braque cubistas

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La historiografía recoge muy diversas paternidades de la palabra cubismo, usada para referirse a la pintura que Picasso y Braque hacían en 1908: una pintura de cubos de fuerte raigambre cézanniana. La intención de sus artífices fue volver a una pintura de valores constructivos a través de la descomposición y el agotamiento analítico de los objetos en sus cuadros. Pretendían superar el lado anecdótico de temas y técnica y el puramente sensorial de la pintura de manchas que dominaba el panorama francés desde el impresionismo. El cubismo fue una manifestación artística con gran carga científica, cuyos autores, valiéndose de la pintura y de ingredientes metapictóricos, pretendían representar la realidad en toda su integridad, física, material y táctil. Además del apoyo de D. H. Kahnweiler, marchante y hagiógrafo del cubismo, éste se consolidó gracias a las aportaciones de la crítica, tanto de la más afín como de la más reticente, que ya por entonces realizó las primeras tentativas de clasificación para entenderlo como una corriente histórica. De distinta naturaleza -y no desinteresada- es la cuestión sobre el fin del cubismo, que situamos en 1914. A partir de ese momento nació un nuevo cubismo que llegó a convertirse en verdadera escuela francesa.