En palabras del propio Quignard, «los Pequeños tratados fueron inaccesibles durante mucho tiempo. Comenzados en 1977, acabados en 1980, rechazados por numerosos editores, los ocho volúmenes tuvieron que esperar hasta 1991 para aparecer en su integralidad. [...] No son ni ensayos ni ficciones. No caben en ningún género. Son breves argumentos desgarrados, contradicciones que se dejan abiertas, manos negativas, aporías, fragmentos de cuentos, vestigios. [...] Siempre he amado las cosas rechazadas. Se ha convertido casi en una segunda naturaleza. Miramos desde lo alto lo que despreciamos, cuando el tesoro que queda del mundo humano es tal vez lo que éste ha repudiado». 

"Pequeños tratados" no son ensayos ni ficciones. No pertenecen a ningún género, o inauguran uno nuevo. Fragmentos de cuentos, vestigios de narraciones, restos de partituras. Son una forma que recoge todo lo olvidado por la historia, lo que ha quedado al margen, lo más pequeño en la frontera del mundo. Un cofre donde están a resguardo los tesoros de la historia humana: dioses que desean nuestra alegría, la sombra de los muertos, las lenguas desaparecidas, la música del pensamiento, los mitos que nos fundan, la dignidad del silencio. Son las suites barrocas de Bach transcritas en palabras. Es Montaigne, pero más intenso, más salvaje, más violento. Es el cuidado de los restos de un naufragio, de pequeños fragmentos que, una vez unidos, nos devuelven, intacto, lo mejor de nuestra humanidad.

* Dos tomos en caja 

Pequeños tratados I y II - Pascal Quignard

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En palabras del propio Quignard, «los Pequeños tratados fueron inaccesibles durante mucho tiempo. Comenzados en 1977, acabados en 1980, rechazados por numerosos editores, los ocho volúmenes tuvieron que esperar hasta 1991 para aparecer en su integralidad. [...] No son ni ensayos ni ficciones. No caben en ningún género. Son breves argumentos desgarrados, contradicciones que se dejan abiertas, manos negativas, aporías, fragmentos de cuentos, vestigios. [...] Siempre he amado las cosas rechazadas. Se ha convertido casi en una segunda naturaleza. Miramos desde lo alto lo que despreciamos, cuando el tesoro que queda del mundo humano es tal vez lo que éste ha repudiado». 

"Pequeños tratados" no son ensayos ni ficciones. No pertenecen a ningún género, o inauguran uno nuevo. Fragmentos de cuentos, vestigios de narraciones, restos de partituras. Son una forma que recoge todo lo olvidado por la historia, lo que ha quedado al margen, lo más pequeño en la frontera del mundo. Un cofre donde están a resguardo los tesoros de la historia humana: dioses que desean nuestra alegría, la sombra de los muertos, las lenguas desaparecidas, la música del pensamiento, los mitos que nos fundan, la dignidad del silencio. Son las suites barrocas de Bach transcritas en palabras. Es Montaigne, pero más intenso, más salvaje, más violento. Es el cuidado de los restos de un naufragio, de pequeños fragmentos que, una vez unidos, nos devuelven, intacto, lo mejor de nuestra humanidad.

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