Jack London
Encender una hoguera
Periférica

Páginas: 80
Formato: 21 x 14 x 2
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9788492865765

Un hombre en medio de la nieve. También un perro. El perro, tantas veces víctima de la crueldad humana, de las novelas de Jack London... Bosques y arroyos congelados. Y un frío (estamos muy al Norte, en el Yukón) que, literalmente, mata. ¿Es despiadada la naturaleza o lo son sólo los hombres? No hay en ninguna de las dos versiones de esta historia, que reunimos por primera vez en nuestra edición, espacio para lo «sentimentaloide», y pocas veces el carácter de los hombres ha sido tan bien radiografiado como en estas pocas pero fundamentales páginas: angustiosas, hermosísimas y terribles a la vez. «Por un instante se sentó y miró hacia el lugar donde poco antes estuviera el fuego. Entonces una profunda calma lo invadió. Quizás el veterano del arroyo Sulphur tenía razón. Si hubiera tenido un compañero de viaje seguramente ahora no estaría corriendo peligro alguno. El compañero habría encendido la hoguera. En fin, ahora debía encargarse él mismo de volver a hacer el fuego, y esta segunda vez no podía cometer un solo error. Incluso si lo conseguía, lo más probable es que perdiera algunos dedos de los pies, que debían de estar ya terriblemente congelados: pasaría un buen rato hasta que la segunda hoguera estuviera lista.» «En Encender una hoguera aprendí, de niño, cómo somos los hombres y cómo debemos escuchar a la naturaleza.» Jack Kerouac

Encender una hoguera - Jack London

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Jack London
Encender una hoguera
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ISBN: 9788492865765

Un hombre en medio de la nieve. También un perro. El perro, tantas veces víctima de la crueldad humana, de las novelas de Jack London... Bosques y arroyos congelados. Y un frío (estamos muy al Norte, en el Yukón) que, literalmente, mata. ¿Es despiadada la naturaleza o lo son sólo los hombres? No hay en ninguna de las dos versiones de esta historia, que reunimos por primera vez en nuestra edición, espacio para lo «sentimentaloide», y pocas veces el carácter de los hombres ha sido tan bien radiografiado como en estas pocas pero fundamentales páginas: angustiosas, hermosísimas y terribles a la vez. «Por un instante se sentó y miró hacia el lugar donde poco antes estuviera el fuego. Entonces una profunda calma lo invadió. Quizás el veterano del arroyo Sulphur tenía razón. Si hubiera tenido un compañero de viaje seguramente ahora no estaría corriendo peligro alguno. El compañero habría encendido la hoguera. En fin, ahora debía encargarse él mismo de volver a hacer el fuego, y esta segunda vez no podía cometer un solo error. Incluso si lo conseguía, lo más probable es que perdiera algunos dedos de los pies, que debían de estar ya terriblemente congelados: pasaría un buen rato hasta que la segunda hoguera estuviera lista.» «En Encender una hoguera aprendí, de niño, cómo somos los hombres y cómo debemos escuchar a la naturaleza.» Jack Kerouac