Nobuyoshi Araki
Araki - Tokyo Lucky Hole
Taschen

Páginas: 704
Formato: 20 x 15 x 5
Peso: 1.2 kgs.
ISBN: 9783836556385

Todo empezó en 1978 en una cafetería normal y corriente junto a Kyoto. Se corrió la voz de que las camareras no llevaban ropa interior bajo las minifaldas ni los panties transparentes. Surgieron establecimientos similares por todo el país. Los hombres hacían cola para pagar el triple de lo habitual por un café servido por una joven que no llevara braguitas. En cuestión de unos pocos años, apareció una nueva moda: el salón de «masaje» sin ropa interior. La guerra por conseguir clientes resultó en la creación de una oferta de servicios cada vez más extravagantes, desde acariciar a los clientes a través de agujeros en ataúdes, donde se tendían desnudos y fingían estar muertos, hasta interiores pensados para fetichistas de los trenes de cercanías. Un destino en particular era un club de Tokio llamado «Lucky Hole». Su modus operandi era bien sencillo: los clientes permanecían de pie a un lado de un tabique de madera contrachapada y una chica al otro; entre ellos había un agujero lo bastante grande para que cierta parte de la anatomía masculina cupiera.

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$30.500
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Todo empezó en 1978 en una cafetería normal y corriente junto a Kyoto. Se corrió la voz de que las camareras no llevaban ropa interior bajo las minifaldas ni los panties transparentes. Surgieron establecimientos similares por todo el país. Los hombres hacían cola para pagar el triple de lo habitual por un café servido por una joven que no llevara braguitas. En cuestión de unos pocos años, apareció una nueva moda: el salón de «masaje» sin ropa interior. La guerra por conseguir clientes resultó en la creación de una oferta de servicios cada vez más extravagantes, desde acariciar a los clientes a través de agujeros en ataúdes, donde se tendían desnudos y fingían estar muertos, hasta interiores pensados para fetichistas de los trenes de cercanías. Un destino en particular era un club de Tokio llamado «Lucky Hole». Su modus operandi era bien sencillo: los clientes permanecían de pie a un lado de un tabique de madera contrachapada y una chica al otro; entre ellos había un agujero lo bastante grande para que cierta parte de la anatomía masculina cupiera.