Yayoi Kusama
Acacia olor a muerte - Yayoi Kusama
Mansalva

Páginas: 256
Formato: 21x14x3
Peso: 0.4 kgs.
ISBN: 9789871474806

En Acacia olor a muerte, Kusama despliega de forma literaria muchos de los elementos y obsesiones que dan sentido a su obra como artista plástica, indivisible de los avatares de su vida personal. A lo largo de su carrera Kusama realizó instalaciones que parecen performances y performances que son instalaciones. Ella misma se definió como una adicta al suicidio, y hoy a los 84 años ha llegado con obras de lo más consistentes, además de acumular incontables proyectos innovadores y alucinantes en distintas disciplinas que parecen surgir de la mente más jovial. La peculiar condición que la ha llevado a sufrir durante toda su vida, la ha empujado a un mundo simbólico creado por ella, explica Philip Larratt-Smith, curador junto con Frances Morris, de la muestra de Kusama en el Malba.

Fragmento: Los pétalos blancos, parecidos a la cera, se volvían transparentes y se adherían uno por uno a la luz del sol cayendo desde los cielos a la tierra. El bosque de acacias formaba un domo de miles de flores sobre la cabeza de Masao. Los pétalos se derretían en los brillantes rayos de sol que a su vez los escoltaban hasta el suelo, y la gravedad de la Tierra atraía sin esfuerzo a las livianas flores blancas. Masao miró las suaves nubes de marfil de principios de verano que se enganchaban en las copas de los árboles y después se liberaban, quedaban de nuevo entrelazadas entre las ramas para luego soltarse y alejarse. La fragancia derramada por los pistilos impregnaba el profundo interior de sus pulmones. Había pasado un mes desde la muerte de su esposa, pero no había enviado su cuerpo al crematorio, y todavía tenía relaciones sexuales con el cuerpo cada día. La agobiante y repugnante fetidez del cadáver llenó la casa. La fragancia de acacias hacía todo lo posible para desalojar el hedor gris de la muerte que cubría sus pulmones.

Acacia olor a muerte - Yayoi Kusama

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En Acacia olor a muerte, Kusama despliega de forma literaria muchos de los elementos y obsesiones que dan sentido a su obra como artista plástica, indivisible de los avatares de su vida personal. A lo largo de su carrera Kusama realizó instalaciones que parecen performances y performances que son instalaciones. Ella misma se definió como una adicta al suicidio, y hoy a los 84 años ha llegado con obras de lo más consistentes, además de acumular incontables proyectos innovadores y alucinantes en distintas disciplinas que parecen surgir de la mente más jovial. La peculiar condición que la ha llevado a sufrir durante toda su vida, la ha empujado a un mundo simbólico creado por ella, explica Philip Larratt-Smith, curador junto con Frances Morris, de la muestra de Kusama en el Malba.

Fragmento: Los pétalos blancos, parecidos a la cera, se volvían transparentes y se adherían uno por uno a la luz del sol cayendo desde los cielos a la tierra. El bosque de acacias formaba un domo de miles de flores sobre la cabeza de Masao. Los pétalos se derretían en los brillantes rayos de sol que a su vez los escoltaban hasta el suelo, y la gravedad de la Tierra atraía sin esfuerzo a las livianas flores blancas. Masao miró las suaves nubes de marfil de principios de verano que se enganchaban en las copas de los árboles y después se liberaban, quedaban de nuevo entrelazadas entre las ramas para luego soltarse y alejarse. La fragancia derramada por los pistilos impregnaba el profundo interior de sus pulmones. Había pasado un mes desde la muerte de su esposa, pero no había enviado su cuerpo al crematorio, y todavía tenía relaciones sexuales con el cuerpo cada día. La agobiante y repugnante fetidez del cadáver llenó la casa. La fragancia de acacias hacía todo lo posible para desalojar el hedor gris de la muerte que cubría sus pulmones.